El mundo es de los pecadores
Calvary abre con la línea: A los siete años probé semen por primera vez. Es una confesión y la escuchamos mientras vemos al padre James, el cura de un pueblucho irlandés. La confesión continúa: El que me hizo eso fue un cura y por eso, dentro de una semana, voy a matarlo a usted.
Lo que sigue: la semana del cura después de la amenaza. Va por el pueblo, habla con todos, sabe quién amenazó con matarlo pero no lo enfrenta, respeta el secreto de confesión. Los pueblerinos están todos dañados: el mundo ahora es de los pecadores y el padre James deambula en este mundo tratando de arreglar algo desde todo el progresismo, cinismo e ironía que su religión le permite.
Calvary es oscura y uno siempre está a la expectativa de descubrir quién es el potencial asesino y de adivinar si va a cumplir su promesa. Pero detrás de esa oscuridad hay una capa de comedia que le da un equilibrio perfecto a la película y que la hace casi obligatoria de ver.