Carancho
Que la ambición es un bicho peligroso no es ninguna novedad. En Nightcrawler, la ambición se apodera del perdedor Lou, que por querer sobresalir en algo, termina convirtiéndose en un reportero de lo siniestro: hace guardias nocturnas escuchando la radio de la policía de Los Angeles y cuando escucha incendio, víctimas, choque, sangre, muertos, maneja a toda velocidad, graba todo lo que puede y después vende las imágenes y empieza a jugarle una carrera a su propia ambición y cuando siempre parece que va a ganarle, el hambre por un poquito más lo supera y la ecuación se inclina para el lado del debate de: la ética y la moral pero también los límites del periodismo o la objetividad o la inacción o el morbo o todo eso junto.
Me gustó mucho aunque por momentos hubiera deseado que fuera una comedia negra más al estilo de los Coen y no algo tan solemne. Al final se tropieza un poco pero para perfectos están los sueños.